Donald Trump se convertirá nuevamente en presidente de Estados Unidos el lunes 20 de enero de 2025. Hasta entonces, sin embargo, el presidente Joe Biden seguirá ocupando el Despacho Oval de la Casa Blanca. En un discurso que pronunció el jueves en el Jardín de las Rosas ante su gabinete y su equipo de gobierno, Biden dijo: “Ahora tenemos 74 días para terminar el mandato, nuestro mandato. Hagamos que cada día cuente. Esa es la responsabilidad que tenemos ante el pueblo estadounidense”. Muchas cosas puede y debe hacer Biden en esta recta final de su presidencia, antes de desaparecer en el horizonte en un último viaje a bordo del helicóptero presidencial, el Marine One —a menos que, como lo hizo a lo largo de su carrera como senador, prefiera viajar a su residencia del estado de Delaware en tren—. El actual presidente de Estados Unidos dispone de un tiempo limitado para actuar, en el cual aún podría implementar muchas acciones positivas, como enmendar algunos de sus propios errores y contrarrestar algunas de las políticas que Donald Trump ha prometido poner en marcha desde su primer día en el cargo.
Primero y ante todo, Biden debería suspender todos los envíos de armas a Israel. Y punto. Ni una bomba más, ni una bala más. La masacre de civiles que Israel está cometiendo en Gaza está siendo descrita cada vez con más frecuencia como un auténtico genocidio transmitido en directo. Las fuerzas armadas israelíes están ahora obligando a toda la población del norte de la Franja de Gaza a marcharse hacia el sur. Esto se produce tras la publicación del llamado “Plan de los generales”, un plan redactado por oficiales militares israelíes retirados que propone denegar de manera sistemática toda ayuda humanitaria en el norte del enclave palestino, una estrategia que ha sido calificada de limpieza étnica. El periódico israelí Haaretz informó esta semana: “El Ejército [de Israel] ha comenzado la etapa de limpieza total del norte de la Franja de Gaza, a la vez que se prepara para mantener la zona bajo ocupción durante un largo tiempo”.
Israel está utilizando armas financiadas por los contribuyentes estadounidenses para exterminar a los palestinos en Gaza, en una clara violación de las leyes de Estados Unidos y del derecho internacional. Los gazatíes se encuentran atrapados, bajo un implacable asedio, rodeados por el ejército y la marina israelíes, al tiempo que drones armados, helicópteros y aviones de combate sobrevuelan su territorio. Están siendo expulsados de sus hogares, los someten al hambre, los bombardean, los atacan con francotiradores, los matan con proyectiles de tanques y se los obliga a vivir sin agua potable, sin saneamiento, sin hospitales operativos y sin los elementos básicos para sobrevivir. Todos los aspectos de la vida social, así como su cultura y su historia, están siendo borrados por los incesantes bombardeos israelíes y por las brigadas de demolición de las Fuerzas de Defensa de Israel, cuyos miembros sonríen mientras se toman selfis en el terreno. Nada de esto habría sido posible sin el apoyo de Biden.
El periódico Haaretz informó también, a principios de septiembre, que un “alto funcionario de la Fuerza Aérea le señaló al periódico que, sin el suministro de armas de Estados Unidos a las Fuerzas de Defensa de Israel, sobre todo a su fuerza aérea, Israel habría tenido serias dificultades para sostener su guerra más allá de unos pocos meses”.
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