Bakú, Azerbaiyán–. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático —la COP29 o vigesimonovena “Conferencia de las Partes”— se ha celebrado este año en Azerbaiyán, un pequeño y autoritario petro-Estado enclavado entre Rusia e Irán y situado a orillas del mar Caspio. La cada vez más grave crisis climática, que ha sido alimentada por el uso intensivo de los combustibles fósiles en los últimos siglos, exige una acción global conjunta de todos los países, incluidos aquellos gobernados por regímenes autoritarios. Pero ¿acaso es necesario que la conferencia se lleve a cabo en un país donde se criminaliza la disidencia, las protestas están prohibidas y no se respeta ni la libertad de prensa ni el derecho a la libre expresión?
Podría decirse que la adicción mundial al petróleo comenzó en Bakú, la capital de Azerbaiyán. Fue aquí, en 1846, donde se perforó el primer pozo petrolífero industrial. Mientras la revolución se extendía por Europa y otros países del mundo en 1848, y el recién publicado “Manifiesto comunista” de Karl Marx les recordaba a los trabajadores que no tenían nada que perder excepto sus cadenas, la humanidad se ataba con fervor a los combustibles fósiles. Más de 175 años después, la quema cada vez más intensiva de carbón, petróleo y gas ha aumentado la temperatura del planeta y ha generado una cascada de consecuencias catastróficas, desde huracanes y tifones cada vez más frecuentes e intensos hasta incendios forestales, sequías y tornados. Esto, a su vez, ha incrementado el sufrimiento humano y provocado desplazamientos masivos de población.
Esta crisis continuará acelerándose, a menos que se acuerde, se implemente y se haga cumplir una solución integral a escala mundial. Lo que nos lleva nuevamente a Bakú y a la decisión intrínsecamente equivocada de celebrar estas vitales conversaciones en un lugar donde el Gobierno del presidente Ilham Aliyev te puede detener por hablar libremente.
Giorgi Gogia, director adjunto de Human Rights Watch para Europa y Asia Central, dijo a Democracy Now!: “El historial de derechos humanos de Azerbaiyán es pésimo desde hace muchos años, pero la situación se ha deteriorado de manera drástica en el período previo a la COP29”. Gogia indicó que Human Rights Watch ha “documentado 33 casos de arrestos y encarcelamientos de periodistas, activistas, defensores de los derechos humanos y críticos del Gobierno que han sido acusados de cargos falsos. […] Imaginen cómo habría sido esta cumbre si esas personas hubieran tenido la oportunidad de estar allí, para expresar sus críticas y para que sus voces fueran escuchadas por todo el mundo”. Según otras fuentes, el número de arrestos efectuados en el período previo a la COP29 alcanza casi los 300.
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