En 2024, el tráfico de cocaína ha alcanzado niveles sin precedentes, y las organizaciones criminales de América Latina y el Caribe han pasado de las jerarquías tradicionales a redes resilientes y modulares que son más difíciles de desmantelar. Esta estructura, caracterizada por el uso cada vez mayor de emisarios y comunicaciones cifradas, ha permitido que la cocaína fluya de manera constante por todo el mundo. Desde América Latina hasta Europa, grupos como el PCC y la 'Ndrangheta están impulsando el comercio, adaptándose rápidamente a la presión de las fuerzas del orden.