El asunto político de la semana es ya oficialmente el lío en el Gobierno por las balas compradas a Israel: Moncloa ha acabado rectificando al Ministerio de Interior y ha ordenado que se rescinda el contrato de compra de munición a empresas israelíes para nuestra Guardia Civil. Se pagará la multa que haya que pagar por romper el contrato, y a otra cosa. Cuesta entender que con tanta mente pensante un equipo de gobierno se meta tan torpemente en este lío. Hablamos de un Gobierno que ha plantado cara a Israel, que tiene ministros que hablan abiertamente de genocidio en Gaza, que se adhirió (más o menos) a la denuncia por la matanza ante la justicia internacional, que se ha puesto de parte de los palestinos hasta el punto de reconocer oficialmente su Estado. Un Gobierno que, por coherencia, finalmente anunció que suspendía las operaciones comerciales de armamento con Israel. Y resulta que alguien en el Ministerio de Interior decide que nada de esto tiene demasiada importancia y que como suspender los contratos es un lío jurídico y en realidad el material (balas) es muy necesario para la Guardia Civil, pues sigamos como si nada. Y lo que se anunció que quedaba suspendido, acaba ejecutándose. ¿Y quién es ese "alguien"? ¿Fue Marlaska el que decidió seguir adelante ignorando el compromiso público del presidente del gobierno y de los ministros de Defensa y Exteriores? ¿Fue su secretario de Estado? ¿Fue un funcionario? ¿O hay que mirar más arriba? ¿Esperaban que no nos enteráramos o que sus votantes comprendieran que es muy fácil prometer la suspensión de negocios con un genocida pero que, bueno, luego ya pues es más complicado hacerlo porque dependemos de sus armas, qué le vamos a hacer? En fin, parece que la crisis en términos partidistas queda sofocada: Sumar y especialmente Izquierda Unida se apuntan un tanto. Marlaska por ahora guarda silencio. |