Cuando Kevin González decidió internarse en un centro de tratamiento de adicciones en la ciudad mexicana de Nogales, Sonora, en la frontera con Estados Unidos, lo hizo en un punto de desesperación absoluta.
Después de más de una década consumiendo fentanilo y otros opioides en Phoenix, Arizona, González aseguró que su cuerpo ya no encontraba alivio en las dosis habituales. El dolor, el insomnio y la ansiedad del síndrome de abstinencia eran insoportables, y las pastillas en las calles carecían de la potencia suficiente para hacer efecto.
"Consumía 50 pastillas de fentanilo al día, a veces fumaba cuatro a la vez. No eran suficientes," dijo González a InSight Crime en noviembre, cuando llevaba tres meses en tratamiento.
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