🧐El viaje inesperado

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22 DE SEPTIEMBRE DE 2025
 
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La vieja extrema derecha europea y sus herederos han pasado del nazismo a convertirse en el mejor amigo de Israel mientras comete un genocidio en Gaza. Ahora, los ultras consideran a Israel el ejemplo de lucha contra los árabes y el islam y el máximo exponente de la la guerra de civilizaciones. El viejo antisemitismo que les unía a todos ellos es ahora la islamofobia —y la masacre de los árabes a manos de Israel es su sueño húmedo—.
Esta semana viajará a Israel y Palestina mi compañera Francesca Cicardi para cubrir el segundo aniversario del genocidio. Ayúdanos a poder seguir haciendo estas coberturas tan importantes. Te necesitamos.
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Israel, vanguardia de la extrema derecha internacional

Para la extrema derecha de hoy, la guerra de Israel contra los palestinos representa la lucha entre la civilización occidental y los musulmanes que vienen a destruirla. Hace 15 años, el líder de la extrema derecha en Países Bajos, Geert Wilders, hoy el líder más votado en el país, definió a la perfección esta idea: "Nuestra cultura se basa en el cristianismo, el judaísmo y el humanismo y [los israelíes] están luchando nuestra lucha. Si Jerusalén cae, Ámsterdam y Nueva York serán los siguientes".

A Israel le encanta ese marco y, de hecho, es el que intenta vender en Europa —sin mucho éxito excepto entre las filas ultras—. En febrero de este año, el ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, ordenó a los suyos abrir conversaciones discretas con partidos de extrema derecha en Francia, Suecia y España (los dos primeros fundados por simpatizantes del nazismo), algo que hasta ahora Israel había evitado a toda costa. 

De ahí, al aplauso público de Saar a un discurso de Santiago Abascal en la cumbre ultra de la semana pasada. "Escuchen a Santiago Abascal, un líder con una postura moral fuerte", publicaba el ministro en X con el siguiente fragmento del líder de Vox:

"Hablaba de Gaza la señora Von der Palpatine para anunciar sanciones contra Israel. El califato de Bruselas se siente muy cercano a los Hermanos Musulmanes, a los que nunca quiere sancionar [...] Yo quiero deciros que si algún día uno de esos que fantasean con recuperar Al Ándalus se atreven a asaltar nuestro territorio y asesinar a miles de compatriotas y secuestrar a cientos de ellos, quiero que sepan todos los españoles que yo pretendo que España no se detenga ante nada y ante nadie y haga todo lo necesario para conseguir la liberación de los cautivos".

Sorprendentemente (o quizá no tanto) Abascal y Felipe González van diciendo por ahí que si Hamás libera a los rehenes, se acaba la guerra. Mentira. Se ve que no han seguido las declaraciones ni las políticas genocidas de Israel en los últimos dos años. En Cisjordania Hamás no tiene rehenes —ni apenas presencia ni poder— e Israel también trata de expulsar a los palestinos y quedarse con sus tierras.

Tampoco hay que irse a la extrema derecha para encontrar este argumento de Israel como vanguardia del frente occidental. "Nosotros somos los de la Reconquista", declaraba un líder del PP a El País esta semana. Mientras tanto, Feijóo e Isabel Díaz Ayuso insisten en la idea de Israel como única democracia en Oriente Medio. No sé qué democracia ven ¿La que solo existe para la población judía de Israel? ¿La que lleva décadas de ocupación ilegal declarada por el máximo órgano judicial de la ONU? ¿La que está cometiendo un genocidio en Gaza mientras fantasea con los beneficios económicos de su reconstrucción? ¿La que sigue construyendo asentamientos ilegales en suelo palestino pese a la prohibición explícita del derecho internacional? ¿La que está liderada por un presunto criminal de guerra con una orden de detención de la Corte Penal Internacional? Eso, señores del PP, no es una democracia.
 

Herederos de los nazis

La extrema derecha húngara de Víktor Orbán, el gran líder de los ultras europeos, lleva años jugando continuamente con el antisemitismo, pero eso no quita que sea el gran amigo de Israel en Europa. Mientras su Gobierno trata de reescribir la historia de Miklos Horthy, uno de los líderes húngaros que promulgó las políticas más duras contra los judíos, Orbán invita a Netanyahu a su país justo inmediatamente después de la emisión de la orden internacional de detención contra el primer ministro por crímenes de guerra. 

En Francia, el partido de Le Pen, fundado por colaboracionistas nazis y fascistas, también ha utilizado su apoyo férreo a Israel mientras comete un genocidio para sacudirse las viejas etiquetas del pasado que ya no movilizan a sus votantes. Ya no tienen miedo del judío comunista o el judío millonario que maneja el mundo en la sombra, sino del musulmán que viene a destruir la civilización cristiana occidental.

Otros partidos aún más duros ideológicamente también han abanderado la defensa de Israel. El partido más votado en Austria, el FPÖ, fue fundado directamente por líderes nazis en 1956. Su primer presidente, Anton Reinthaller, fue miembro de las SS, estuvo encarcelado e incluso llegó a ser diputado nazi en el Reichstag hasta 1945. Aquello no fue una excepción, su sucesor y líder hasta 1978, Friedrich Peter, era otro nazi convencido miembro de las infames Waffen-SS. Su mítico líder, Jörg Haider, que encabezó el partido desde 1986 al 2000 también mostró sus simpatías con el nazismo. Haider fue incluso espiado por el Mossad. Tras los buenos resultados de la formación ultra en 2008, el Ministerio de Exteriores de Israel se mostró "muy preopcupado por el ascenso al poder de gente que promueve el odio, el negacionismo del Holocausto y tiene amistades con neonazis". 

Sin embargo, solo dos años más tarde, en 2010, el partido ultra emitió una declaración de apoyo en la que reconocía el derecho de Israel a existir y a defenderse del terrorismo y declaraba Jerusalén como su capital. El FPO también ha mostrado su apoyo a la masacre israelí, igual que Alternativa por Alemania (AfD), que por razones obvias tiene un peso especial en este asunto. Como el resto de las extremas derechas, AfD, considerada una de las formaciones más radicales del continente, ha utilizado los ataques del 7 de octubre para demonizar a los palestinos y a los árabes. "Israel es Occidente en un entorno que rechaza y combate a Occidente. Cuando apoyamos a Israel, también defendemos nuestro modo de vida", dijo el diputado y presidente honorario del partido Alexander Gauland. Todo eso mientras otro de sus destacados líderes, Björn Höcke, era condenado por utilizar una consigna nazi en una manifestación ultra y criticaba la existencia de un monumento a las víctimas judías del Holocausto.

"Creo que la extrema derecha encuentra cada vez más en Israel un ejemplo de un poderoso Estado hipermasculino que, sin remordimientos ni empatía, aplasta por completo a sus enemigos usando todos los medios: violencia, mentiras, propaganda, cualquier falsedad para lograr sus propósitos", le decía el otro día el escritor indio Pankaj Mishra a mi compañera Francesca en una entrevista interesantísima.
"Existe una profunda afinidad ideológica con ese país. Sin mencionar que Israel representa una supremacía étnica-racial que defiende la extrema derecha: es la idea de 'nosotros contra ellos' y ellos son los que necesitan ser expulsados, ser erradicados. Y también, quizá, Israel sea la última esperanza del supremacismo blanco", añadía.

Una recomendación

El año pasado leí 'Gaza ante la historia', un breve ensayo del historiador italiano Enzo Traverso en el que precisamente ahonda en el prisma de civilización contra barbarie que muchos aplican en el genocidio en Gaza y recuerda cómo en el pasado Occidente perpetró genocidios coloniales en nombre de su misión civilizadora.

"El antisemitismo que existe hoy tiene raíces distintas al antisemitismo tradicional y es el producto de una transferencia del conflicto árabe israelí a Europa. Pero el antisemitismo clásico —prejuicios sobre los judíos como explotadores, ricos, conspiradores— y esos estereotipos se han reducido y no se traducen en formas de exclusión y discriminación. Por ejemplo, en todos los países de Europa occidental tendrás un problema si buscas trabajo o si quieres alquilar un piso y te llamas Mohamed, no si te llamas Cohen", me decía Traverso durante un entrevista en París hace poco más de un año.


¡Gracias por leer! Hasta la semana que viene.


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