'Las uvas de la ira', desde Gaza

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26 DE MAYO DE 2025
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Esta semana he visto varias imágenes de Gaza que no me puedo quitar de la cabeza. Un anciano con una pierna amputada llorando desconsolado como un niño pequeño porque lleva tres días sin comer. No le salen las palabras: "Solo quiero pan", dice entre sollozos. Está rodeado de chavales que acuden con sus cazuelas a las puertas de un comedor a ver si hay suerte. Israel ha matado a sus hijos. Esta historia la conocemos gracias a Hani Aburezeq, uno de los valientes periodistas gazatíes que se juegan la vida para que no les olvidemos.

Los niños, por supuesto, también lloran de hambre. Quieren pan. "En una tienda desgarrada al borde de la destrucción, entre el olor de la pólvora y el hambre, mi hijo pequeño está frente a mí, las lágrimas le caen por las mejillas, susurrando con voz quebrada como si se levantara de una tumba: "Papá, quiero pan...". Gehad Qasem escribe en X cartas al mundo desde su tienda de campaña y esta la acompaña de un vídeo de su hijo llorando. Podría ser perfectamente el mío, cuya única preocupación es a qué jugaremos ahora.
 
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Las uvas de la ira

Esta semana hemos hablado con gente en Gaza que nos cuenta que come hierbas y hojas de los árboles. Israel ha impuesto un asedio medieval en el que no ha entrado absolutamente nada en la Franja (salvo las bombas y los soldados) durante 80 días.

En Gaza, los perros también pasan hambre, pero lo tienen más fácil que los humanos para encontrar alimento. Merodean entre los escombros en busca de cadáveres, que no son difíciles de encontrar. Sí, es justo lo que te estás imaginando. "Te das cuenta que las personas están delgadas y los perros muy gordos", describía el jefe humanitario de la ONU, Tom Fletcher, que también explicó cómo su equipo local tiene que utilizar GPS para volver a su casa porque está todo tan arrasado que se han perdido todas las referencias para orientarse. Ahora intenta hacer el ejercicio de imaginarte así tu barrio.

Otra de nuestras fuentes en Gaza nos contaba que uno de los pocos hospitales que quedan en funcionamiento había pedido urgentemente donaciones de sangre. Unos cien voluntarios que se presentaron tuvieron que ser rechazados porque estaban desnutridos. Este fin de semana, un bombardeo israelí ha matado a nueve de los 10 hijos de una pediatra del mismo hospital. Es una historia terrible.

Según la Organización Mundial de la Salud, el 99% de las mujeres tiene problemas para producir leche para sus bebés y 17.000 madres necesitarán tratamiento por desnutrición aguda. Como escribe mi compañera Francesca Cicardi: ¿Tienen que morir de hambre 14.000 niños para poner el foco en el sufrimiento de Gaza?

Todo esto solo me hace pensar en el final de uno de mis libros favoritos, Las uvas de la ira, de John Steinbek, en la que la hija mayor de la familia, que acaba de dar a luz a un bebé muerto por la hambruna y las pésimas condiciones de vida, amamanta a un hombre que está a punto de morir de hambre:

"Rose of Sharon se quedó un instante sentada, inmóvil, en el cobertizo susurrante. Entonces tiró de su cuerpo, se incorporó y se envolvió en la manta. Se dirigió despacio hasta el rincón y se paró delante del hombre. Bajó la vista y miró su cara demacrada, sus ojos abiertos de par en par, espantados. Lentamente se acostó a su lado. El hombre movió la cabeza de un lado al otro, muy despacio. Rose of Sharon se aflojó un lado de la manta y se sacó un pecho.

—Tienes que hacerlo —dijo, y se arrimó a él y le acercó la cabeza al pecho—. Mira."
La farsa

Esta semana han empezado a entrar en Gaza los primeros camiones con harina, medicamentos, leche de fórmula y otros insumos —con el permiso israelí—. No es, ni mucho menos, un plan de ayuda humanitaria, sino una estrategia política de Netanyahu para aliviar la presión, seguir gozando de la protección de EEUU ante el Consejo de Seguridad de la ONU y los tribunales internacionales y, sobre todo, iniciar una nueva fase de la guerra de castigo aún más dura que las anteriores y cuyo objetivo es tomar y destruir lo que queda de Gaza. Esto no es una interpretación de un activista antisemita y pro-Hamás, como diría Israel, sino que así lo ha expresado directamente el Gobierno para aclarar todas nuestras dudas. 

Lo siento, pero hay más. Mientras todo esto ocurre, Netanyahu ha ordenado a su equipo negociador en Gaza que se retire de la mesa y ha anunciado nuevas condiciones para terminar la guerra: entre ellas está hacer realidad el "revolucionario" plan de Trump de expulsar a los palestinos de Gaza y convertir aquello en un gran resort al estilo Riviera Maya.

Todos estos desmanes de Netanyahu han obligado a la UE a moverse y posicionarse. Al menos ligeramente. Sería un escándalo guardar silencio sobre las actuaciones de Israel el mismo día en el que Bruselas imponía el 17º paquete de sanciones a  Rusia por no aceptar un alto el fuego en las conversaciones de paz. "Mientras Putin finge estar interesado en la paz, nosotros preparamos más sanciones", advertía la alta representante Kaja Kallas. Ahora cambia la palabra Putin por Netanyahu en esa declaración, a ver si la respuesta sería la misma. Exacto. La respuesta es no. Todo lo que acordaron fue solicitar a la Comisión Europea una revisión del acuerdo comercial con Israel. Además, como explica Irene Castro, corresponsal en Bruselas, es imposible que esa revisión acabe en una ruptura del acuerdo porque ello requeriría unanimidad.

El jueves hablé con Raji Sourani, abogado gazatí y uno de los impulsores de la causa contra Israel en la Corte Penal Internacional y miembro del equipo jurídico de Sudáfrica en el caso por genocidio en la Corte Internacional de Justicia. Está muy enfadado con Europa: "Hasta ahora solo hay palabras mientras continúa el genocidio. Han pasado casi 20 meses ¿Cuánto tiempo más tiene que pasar? ¿Están esperando a que Israel complete su misión?". Eso parece. Raji consiguió escapar de Gaza por Egipto, pero aún recuerdo nuestras llamadas telefónicas en las primeras semanas de guerra en las que podía escuchar perfectamente el sonido de las bombas. 

Vuelvo a 'Las uvas de la ira' para terminar:

"En los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas, las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, […] listas para la vendimia"

Una recomendación

Repasando su biblioteca, mi hermano ha encontrado el primer cómic se compró. Año 1995. Sarajevo-Tango, de Hermann Huppen. Probablemente no sabía lo que compraba. Aparentemente es una historia de una mujer adinerada que contrata a un mercenario para sacar a su hija de Sarajevo en plena guerra de los Balcanes. Pero es mucho más.

Es una historia antibelicista cargada de crítica por la pasividad de Occidente ante la guerra. El viñetista ha cambiado los característicos cascos de los soldados de la ONU por gorros azules como los de los pitufos y también dibuja la sede de Naciones Unidas como un gran bloque de queso donde cada uno, incluido el secretario general, ha excavado su propio agujero. Indagando un poco más, es un trabajo resultado de la desesperación del autor ante el sufrimiento de un amigo suyo atrapado en la ciudad durante la guerra.

Cinco historias de la semana

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