En un comunicado publicado por la Casa Blanca el 1 de diciembre, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció: "Hoy firmé un indulto para mi hijo Hunter. [...] Espero que los estadounidenses comprendan por qué un padre y un presidente ha tomado esta decisión". Hunter Biden aguardaba sentencia tras haber sido condenado por dos delitos de orden federal: en un caso, por haber ocultado su adicción a las drogas al llenar un formulario para la compra de un arma de fuego; y en el otro, por evasión impositiva. Por estos delitos, Hunter Biden probablemente hubiera pasado menos de cinco años en prisión. Joe Biden afirma, acertadamente, que los procesos judiciales contra su hijo estuvieron motivados por intereses políticos y partidarios. "Hunter solo fue señalado porque es mi hijo", expresó. Con una simple firma, el presidente Biden salvó a su hijo de una terrible experiencia. Antes de concluir su mandato, Biden debería mostrar la misma compasión hacia las miles de personas encarceladas en prisiones federales víctimas de la llamada "guerra contra las drogas".
Jason Ortiz, director de iniciativas estratégicas de la organización Last Prisoner Project, dijo a Democracy Now!: "Esta es, sin duda, una oportunidad para que la gente debata acerca de cómo el indulto presidencial podría emplearse para corregir las injusticias cometidas a lo largo de los últimos 20 o 30 años en lo que respecta a los delitos relacionados con el cannabis. El propio presidente Biden fue uno de los artífices de la ley contra el delito promulgada en 1994, que dio lugar a muchas de las desproporcionadas sentencias que estamos enfrentando actualmente".
Ortiz hace referencia a la Ley de Control de Delitos Violentos y Aplicación de la Ley de 1994, una legislación que Biden impulsó como senador y que aceleró el devenir del encarcelamiento masivo en Estados Unidos. Udi Ofer, exdirector de la Sección de Justicia de la Unión Estadounidense para las Libertades Civiles, escribió en 2019, en el vigésimo quinto aniversario de la promulgación de esa ley: "Bajo el liderazgo de Bill Clinton, los demócratas quisieron arrebatarles a los republicanos el control del debate público sobre el delito, lo que provocó una suerte de puja entre los dos partidos para imponer penas más severas, en la que cada uno intentaba superar las propuestas del otro".
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